domingo, 5 de junio de 2011

+Café+Bici+Ciudad, tertulia Entrepanes




















Publicado en El Nacional el domingo 5 de junio /CCS A PIE 136

El sábado 28 de mayo se realizó la tercera tertulia organizada por Caracas a pie. He aquí la transcripción de la conversa con nuestros invitados, Federico Vegas y Daniel Ramírez y Manuel Valera de Ciclo Guerrilla Urbana.


Federico Vegas / Quemar las naves
—Acabo de vivir la definición de Paco Vera de peatón: “Peatón es aquel que encontró donde estacionar su carro”, por eso me tardé. A mí nada más la parte de dónde estacionar el carro hace que me quede en la casa.

Cortázar tiene en un libro maravilloso que se llama La vuelta al día en ochenta mundos, son pequeñas elucubraciones donde habla de jazz, literatura, de la ciudad, de París. Ese cuento hermoso que se llama “El perseguidor”, inspirado en Charlie Parker, que creo que es el mejor cuento de él. Ahí tiene una reflexión que me encantó, dice que el primer instrumento de viaje que descubrió el hombre fue el cohete, era una maravilla porque era súper veloz pero tenía el problema que no transitaba horizontalmente sino verticalmente y cada vez en vez de unirte a la naturaleza, a la ciudad, a los demás, te separaba, todo se iba poniendo más chiquito, tenía la ventaja de que era muy veloz pero te alejaba de lo que era realmente tu eje. Después de eso se inventó el avión, ya se movía horizontalmente, podías ver el paisaje a una misma altura pero tenía el problema de que cuando había algo que te gustaba bajarte del avión era muy complicado, había que poner a todos de acuerdo en donde aterrizar, el aterrizaje tomaba mucho tiempo, entonces se inventó el tren. Era bastante bueno, vas a nivel de tierra mirando el paisaje, y la parada en la estación es muy fácil, sólo detienes el tren y la gente se baja (de hecho, particularmente creo que el tren es de lo más civilizado que hay… luego podemos hablar como el tren y el peatón están íntimamente ligados, incluso la bicicleta es muy fácil montarla). Pero como había que ponerse de acuerdo pues no te puedes parar a cada rato, entonces se inventó el carro y el carro fue un invento tan maravilloso que se convirtió en un vicio, una plaga, una enfermedad. ¿Por qué?, porque tú, individualmente podías avanzar como en el tren y tú mismo decidías dónde pararte. El carro evidentemente está dirigido a la parte más egoísta que tenemos que es hacer lo que nos de la gana. El tren es una manera colectiva de transitar, el carro llega a esa parte profunda egoísta que tenemos y todos hemos tenido la sensación de cómo nos convertimos en seres incluso incivilizados, llenos de rencor hacia la otra persona. Entonces como el carro tenía el problema de que en definitiva no sentías el viento y no olías la naturaleza sino el motor, se inventó, según Cortázar, un nuevo invento que fue un paso más allá en la tecnología y en la evolución de la especie que fue la bicicleta. La bici transita a una velocidad razonable, sientes la brisa, hueles la naturaleza, te puedes parar sin dificultad, pero tenía un problema con las subidas, y el problema de dónde dejarla y así finalmente el hombre llegó a la gran conquista tecnológica, a la gran invención que era andar a pie… que es la que a mí particularmente, con perdón de los ciclistas, la que más me gusta. ¿Por qué? Porque cuando andas a pie una de las cosas fundamentales es que puedes conversar y caminar.

No sé en qué emisora hacen un revival del programa de Arturo Uslar Pietri que sigue siendo una cosa impresionante. Creo que no existe en la historia de la cultura, de Caracas, un hombre tan fluido, tan impresionante. Me impresionó porque yo lo tenía un poco como imagen del pasado y de repente sacan en la radio un programa de Uslar sobre el carro, que grabó hace 20 o 30 años y era más actual que nunca. Él decía exactamente lo que estamos pensando todos, pero lo decía antes que nadie. Lo que me impresionó fue oír que el carro no es que era enemigo del diseño urbano y de la ciudad, no es que nos convertía en seres egoístas y rencorosos, creyendo que ocupamos algo que nos pertenece cuando estamos en una calle que no nos pertenece, que es espacio público, que nos hace creer en ese momento que esa calle es nuestra casa, sino que él dijo algo más patético, que asusta más: que el carro es el que diseña la ciudad. La ciudad se diseña desde el carro, el carro le da la forma a la ciudad.

Y cuando ves lo que pasó en Venezuela cuando se abandona la receta del damero y que ocurre lo que podríamos llamar “la conquista del este”, cuando ves los planos están diseñados en función del carro. Una ciudad que no seguía un testamento histórico sino que era una ciudad sólo preocupada de resolver un problema geográfico: ¡cómo dominar una geografía! Mi padre tiene un frase que me encanta: “Caracas es una ciudad protegida por su topografía y atacada por sus habitantes”. Y es cierto, porque ¿qué hicieron esos urbanistas a partir de los años 50? ¡Dominar la topografía, desvirtuarla, deformarla, acabar con las quebradas, acabar con las veredas naturales, con los recintos para que el carro pudiera llegar a donde tenía que llegar! Y se creó un urbanismo que se alejó de la razón de ser del peatón y se volcó a favor del automóvil e hizo la ciudad que hoy tenemos.

La ciudad es la negación del carro. De hecho, históricamente el carro es un ente si acaso interurbano, esa es su razón de ser, pero el carro niega el sentido de la ciudad. Es terrible, una de las peores cosas que le puede pasar a uno, porque el carro es un monstruo, un ente maléfico, destructor, deformador, que hace un enorme daño a la psiquis, de eso estoy absolutamente convencido. Cuando estás en Venecia, donde evidentemente no hay carros, caminas a pie, 80% del tiempo a pie y el orto tiempo en vaporetto que es una cosa muy linda, como un tren que va por el agua. De repente empiezas a entender que el carro no es necesario, incluso los venecianos cuando se montan en un carro para ir al interior se marean mucho más de los que nosotros nos mareamos en un barco y cuando sales de ese reducto en el tiempo, casi medieval, y vas a una ciudad donde hay carros, terminas viéndolos como unos dragones, como algo amenazante. Me impresionó mucho porque si alguien está acostumbrado a los carros soy yo. Yo soy de la generación del auto, mi autobiografía, el periodo de i infancia y adolescencia es desde la ventana de un carro: mi primer beso fue en un carro en un autocine, la ida al colegio… Sí recuerdo un episodio maravilloso cuando por primera vez fue al colegio en bicicleta, desde Chuao al San Ignacio, ¡es como una enorme liberación, una recuperación de los mejores días de tu vida!

Las cifras con respecto a Caracas son aterradoras porque estamos hablando que menos del 20% de los viajes se hacen en carros privados y más del 80% se hacen en metro, autobús o sencillamente a pie. Si hay una injusticia social demostrada y fácil de arreglar es la injusticia que ocurre en las vías de la ciudad. Hay un esfuerzo de todos los caraqueños para crear unas vías que pertenecen a todos. Los que estamos acá somos los que en su mayoría tienen carros, o sea que nosotros nos hemos apoderado de un espacio que no nos pertenece, somos partícipes de una injustica social tan grave como la que se ve en la vivienda, en la educación o en los hospitales, con la diferencia de que es sumamente fácil de arreglar. Lo podría arreglar un presidente verdaderamente socialista de un día para otro: ¡se prohíbe el carro privado! ¿Qué pasaría si en esta ciudad se prohíbe el carro privado y sólo puede ser utilizado los fines de semana para salir de la ciudad? Lo primero que pasaría es que al 80% de los caraqueños no les pasaría nada, tendrían una ciudad mucho más limpia, andarían en transporte público mucho más rápido. La Francisco de Miranda se convertiría en un gran parque lineal que se conectaría con el bulevar de Sabana Grande, con el parque Los Caobos. Podrías ir de Petare a Catia por un gran bulevar peatonal y los que dejan el carro serían personas más felices. Si se invirtiera todo lo que se gasta en carros privados en transporte público y redes peatonales, la ecuación daría una ciudad maravillosa, una ciudad donde transitar sería un deleite y mucho más seguro porque en la medida que los transportes son colectivos y llegas a plazas y espacios públicos donde la gente está congregada tendería a hacerse más seguro.

No es un sueño, ni una utopía, de hecho en ciudades como París están claros, lo han convertido en un estatuto para el año XX ya no va a haber más carros. Y la ciudad está planificando en función de llevarla a un hecho factible, lógico y admisible que es eliminar el carro en París. Y poco a poco lo van logrando. Nosotros en este momento en Caracas no tenemos una sola media que esté dirigida a abolir el carro. Lo contrario: Caracas a través del precio de la gasolina, a través del control de los estacionamientos… tenemos el caso de familias que tienen tantos metros cuadrados para sus carros como para sus viviendas, porque una vivienda puede ser de 60 o 70 metros cuadrados. Saquen la cuenta de los metros que ocupan dos carros más el espacio que necesitan para salir y entrar, es más o menos equivalente. De manera que aquí yo no conozco vías de uso absolutamente público, no conozco zonas de la ciudad donde no puedas entrar con tu carro privado. Aquí el carro es dueño y señor en un momento que vivimos una especie de comunismo en ciernes. Estamos viviendo bajo una promesa socialista el momento donde el carro ha jugado el papel más preponderante… muchas de las promesas del gobierno tienen que ver con fabricar carros populares, invadir con carros a Venezuela.

Hablando del espacio público, fíjense la enorme contradicción: yo venía de Chuao a acá. Pudiera haber cruzado un puente, caer en La Carlota y atravesar un  parque, pasar entre la gran cantidad de niños que juegan caimaneras, fútbol, mierderas, al lado de una gran laguna que se hubiera hecho con las aguas del Ávila. No fue así: tomé el carro y… ¿Cómo es posible que los militares y la alta burguesía se han apoderado de La Carlota? Mi hija me dice que eso sería más un High Park que un Central Park, me gustaría saber cual es la tipología que se ajusta más a La Carlota… de paso les digo que en Quito el aeropuerto de la ciudad es ya un parque. En San José de Costa Rica el aeropuerto ya es un parque. Estamos hablando de una cosa que ya se ha dado en Latinoamérica.

Y el hecho de que los campos de golf tienen al lado una parada de metro, un campo de golf, cercado  amurallado, es una cuestión inconcebible en un país que está continuamente expropiando galpones. Sigue estando un parque que es un gheto, que no se puede ni ver el verde. Si se expropian esos campos de golf no creo que le va a pasar nada a los golfistas… imagínate a toda esa gente que trabaja por la Miranda sentándose en unas escalinatas que dan al parque, sentándose a almorzar. ¡El grado de felicidad que puedes producir versus el malestar que le puedes causar a unos golfistas!.., Es ínfimo y de una injusticia galopante. Pero esa injusticia muchos no la ven porque pasamos mil veces por La Carlota sin ver lo que está sucediendo, sin ver que unos militares se están cagando en el alma de la sociedad civil, incluso sobre una promesa que el presidente le hizo a la nación con un proyecto de Fruto Vivas, y que ahora más bien se ha ido ranchificando con circos, carpas, galponcitos, un proceso de ranchificación dramático.

Eso lo vemos pero lo que si no vemos es lo del carro. Lo peor que le puede pasar a uno es acostumbrarse al horror: la ciudad está a punto de paralizarse y no veo ni una sola medida. Se trató de imponer el día de parada y el mismo gobierno se opuso, negó la posibilidad del día de parada, y todas las medidas para lograr que esta ciudad se peatonalice el propio gobierno las ha negado. El propio punto de vista socialista ha reforzado el punto de vista más mercantil y más capitalista que es favorecer el automóvil privado.

Ahora bien cuando se habla de actitudes de guerrilla, actitudes fuertes, evidentemente que hay que tomarlas, eso está clarísimo. El gobierno está hablando de un urbanismo subversivo. Si la subversión es ir en contra del poder, ellos quieren ser el poder y la subversión. Cuando algo se destruye o se anula están destruyendo las bases del capitalismo, cuando se logra hacer algo bueno están construyendo las bases del socialismo. Pero ellos no pueden ser los propios subversivos, los subversivos tenemos que ser nosotros, pero tenemos que ir en contra de nuestros propios intereses que en el fondo son intereses inútiles, que nos envilecen, nos embrutecen y estoy seguro que el carro es, para mí, y no quiero ser reduccionista ni maquiavélico, pero creo que el carro es el principal enemigo que tenemos en este momento en relación a una ciudad hermosa, bella y mucho más nuestra.

 

Daniel Ramírez / En vez de esperar, actuar
—Quería agradecer a Harold por darnos este espacio tan fino y por el apoyo que nos ha dado a nosotros como Ciclo Guerrilla. A Caracas a pie por esta iniciativa que creo que en estos momentos es súper importante. A los otros colectivos presentes: Ser Urbano, Una Sampablera por Caracas, Ciclovía y a los presentes, a toda la gente que todavía tiene esperanza en esta ciudad y que está poniendo de su parte para cambiar un poco las cosas. 

Quería comenzar por un texto que cuando lo leí me impacto mucho y quería compartirlo con ustedes:

“Caracas, la capital, creció siete veces en treinta años; la ciudad patriarcal de frescos patios, plaza mayor y catedral silenciosa se ha erizado de rascacielos en la misma medida en que han brotado las torres de petróleo en el lago de Maracaibo. Ahora es una pesadilla de aire acondicionado, supersónica y estrepitosa, un centro de la cultura del petróleo que prefiere el consumo a la creación y que multiplica las necesidades artificiales para ocultar las reales. Caracas ama los productos sintéticos y los alimentos enlatados; no camina nunca, sólo se moviliza en automóvil, y ha envenenado con los gases de los motores el limpio aire del valle. A Caracas le cuesta dormir, porque no puede apagar la ansiedad de ganar y comprar, consumir y gastar, apoderarse de todo. En las laderas de los cerros, más de medio millón de olvidados contempla, desde sus chozas armadas de basura, el derroche ajeno. Relampaguean los millares y millares de automóviles último modelo por las avenidas de la dorada capital. En vísperas de las fiestas, los barcos llegan al puerto de La Guaira atiborrados de champaña francesa, whisky de Escocia y bosques de pinos de Navidad que vienen del Canadá, mientras la mitad de los niños y los jóvenes de Venezuela quedan todavía, en 1970, según los censos, fuera de las aulas de enseñanza”.

Estas son palabras de Eduardo Galeano (Las venas abiertas de América Latina) de hace 40 años y creo que todavía tienen vigencia. Me pregunté: ¿por qué no se ha hecho nada en 40 años para cambiar esta situación? ¿Qué hemos estado haciendo? Luego me di cuenta que esa pregunta es inútil, no tiene sentido preguntarse qué se ha hecho, qué no se ha hecho. Me parece más válido preguntarse por qué todavía no estamos haciendo nada para cambiar eso, o dicho de otra forma: por qué seguimos sosteniendo ese modelo dependiente de ciudad que estaba mencionando Federico Vegas anteriormente, por qué seguimos llenando el sureste, el único espacio de crecimiento que nos queda, de monstruos residenciales que no tienen ningún espacio abierto, que no tienen equipamiento e incluso ni accesibilidad y que la única manera de llegar a ellos es a través del automóvil.

Yo estudio urbanismo en la Simón Bolívar y mi carrera me ha permitido entender un poco cómo ha estado creciendo Caracas, y un profesor mío, Jorge Lusitano, nos decía siempre que el transporte en una ciudad es como un indicador de la salud  de la misma. Si es así, yo creo que Caracas está en terapia intensiva, en un estado muy delicado, en un equilibrio que de la nada le puede pasar algo y eso lo vivimos hace muy poco cuando hubo un apagón en el metro y eso fue como un ataque al miocardio. Caracas se quedó paralizada por completo, pero sin ir tan lejos porque el apagón fue algo excepcional, aquí cae una lluvia, normal en cualquier país tropical, y la ciudad colapsa por completo. Estamos muy mal, en estado catatónico prácticamente.

Cambiando de tema radicalmente: hace año y medio José Orozco se compró un par de bicicletas y me invitó a dar una vuelta, que lo acompañara por la ciudad. Y va a ser cursi lo que voy a decir pero eso me produjo un cambio inmediato, recorrer casi todo el municipio Chacao en media hora fue impresionante para mí y al mes y medio me compré una bicicleta y me puse a rodar la ciudad prácticamente todos los días y repetí la experiencia con Manuel, le presté una bicicleta y al mes y medio él se compró una… y así vamos, tratando de contagiar a todos los que podemos. Porque una vez que uno se monta en una bicicleta, por más que lo repitamos, el cambio es increíble. Tienen que hacerlo en algún momento.

Al principio era dar paseos por la ciudad, montar bici sin ninguna razón, solamente descubriendo, redescubriendo la ciudad porque es una experiencia totalmente distinta que vivirla a pie o vivirla desde una cápsula de aire acondicionado, son experiencias distintas pero luego la empecé a utilizar con más seriedad, comienzo a hacer diligencias, ir a mi trabajo, la universidad en bicicleta y eso se convierte en otro tipo de experiencia. A todo el mundo que le digo que no tengo carro que yo uso bicicleta me dice: “¿bicicleta en Caracas, cómo vas a hacer eso?”. Me hablan de la inseguridad, los taxis, los motorizados, el tráfico, las pendientes. La conclusión: no se puede montar bicicleta en Caracas. Y todos los días para mí son una demostración de lo contrario y si yo puedo, todos ustedes pueden. Una de mis metas es que todos ustedes tengan esa experiencia y lo puedan lograr, es tan sencillo como montarse y comenzar a rodar.

¿Qué ocurre? Un año después de estar montando bicicleta (que mejora las condiciones físicas, y eso es un plus que tiene), una de las cosas que empezamos a hacer fue ganar espacios, porque todos tenemos el chip de ese modelo de ciudad, y lo tenemos en la psiquis colectiva: “no se puede montar bicicleta”. Y contra eso hay que ganar espacios, decirle a la gente que sí se puede y decirlo de una manera subversiva. No sólo compartirlo con ellos sino que es algo que tiene que entrar de una manera más fuerte y hacer entender a las personas y a las autoridades que la bici tiene un espacio, un derecho que además está estipulado en la Ley de Transporte Terrestre. Que yo tengo derecho de circular por ahí, nadie me puede estar tocando corneta en la vía, nadie puede estar tirándome el carro porque tengo derecho a circular y así es como surge Ciclo Guerrilla que nace aproximadamente hace dos meses. Manuel y yo la creamos y es un grupo, un colectivo en donde la principal meta es concientizar a la gente y hacerles ver que nosotros existimos, que tenemos un derecho. Y tenemos que tomar la calle y que es para bien. Como decía Federico Vegas hace un momento: el carro hace daño a esta ciudad. Es cierto que gran responsabilidad recae sobre las autoridades, las autoridades tienen que poner de su parte, hacer leyes, modificar políticas públicas que permitan hacer esta ciudad más amena y mejorar sin duda el sistema de transporte público que es caótico. Pero nosotros también podemos poner de nuestra parte, podemos hacer algo y en ese afán es que salimos a la calle a rayar paredes, rayar el piso y demostrarle a la gente que estamos aquí y que se pueden unir a nosotros en cualquier momento tan sólo montándose en una bicicleta y recorriendo la calle. Utilizamos dos herramientas muy sencillas y accesibles para todos, la primera: el arte urbano, la segunda: las redes sociales.

De verdad creo que no tenemos que esperar que las autoridades nos hagan las cosas. Podemos todos los días quejarnos diciendo que el presidente no está haciendo nada, que los alcaldes tampoco, que qué está pasando con las leyes en el país, que nadie respeta nada y podemos pasar en eso una eternidad. Lo pueden hacer mientras están metidos en su carro en la cola o pueden salir a la calle y hacer algo, pelear por los derechos que realmente tenemos. Mosca donde paran esos carros porque vamos a empezar a pegar calcomanías, vamos a empezar a rayar paredes. A mí me parece una falta de respeto, pero nos ven completamente ingenuos cuando reclamamos a un carro que está parado sobre la acera o la ciclovía, pero es un derecho que parece tenemos que ganarnos. Ya con decir, hablar, reclamar, no se puede, hay que empezar a ser subversivos, a hacer acciones de calle, sin violentar a los demás, pero hay que hacer llegar el mensaje. En serio, salgamos a la calle y tomemos el destino de esta ciudad en nuestras manos.

 

Manuel Valera / desde abajo, en redes
—Gracias por haber venido. Como decía Daniel, hicimos Ciclo Guerrilla hace dos meses, fue un experimento que comenzamos como un hobby. Dijimos: ¿por qué la gente no se plantea la bici como una opción, por qué piensan que el carro es la manera de moverse, o el metro o a pie? La bicicleta no está planteada como una opción en Caracas. Lo que hicimos fue pensar: hagamos esténciles de bicicletas por distintas paredes de la ciudad, para que cuando alguien pase media hora en el carro frente a la misma pared tenga media hora de reflexión frente a ese estencil de bicicleta y diga: “¿por qué yo no tengo una bicicleta? Hubiese lleguado hace media hora a mi casa”. En cierta manera el arte urbano es algo que siempre ha existido, siempre ha estado entre nosotros. Desde que existe algo que se llama polis existe algo que se llama arte urbano. Los romanos ya escribían grafitis en sus paredes, en ese momento eran sobre chistes, burlándose del César, cualquier cosa. Ahora tenemos herramientas mucho más elaboradas que podemos usar a nuestro favor. Una de ellas es internet. Desde que tenemos internet tenemos maneras de organizarnos a través de esas herramientas las reglas sociales han cambiado completamente y el mundo se ha puesto patas arriba.

En cierta manera estamos viendo muestras de esto en Egipto, España. No sé si conocen algo que se llama CouchSurfing donde cualquiera puede quedarse en la casa de cualquiera. La gente se está dando cuenta que tiene herramientas para tomar el gobierno por sus propias manos. Esto es algo difícil de decir pero es la primera vez en la historia en donde nosotros mismos podemos autogobernarnos. No tenemos un sistema legislativo donde podamos hacer una votación por internet para ver cuales leyes pasan y cuales no, artículo por artículo, y que cada quien tenga las herramientas para votar, para modificar cada una de las leyes, pero estoy seguro que eso se podrá hacer de aquí a unos 10 años. Realmente estamos en un momento histórico donde nosotros mismos tenemos el poder para empezar a tomar las cosas por nuestras manos. Cuando llegaron aquí vieron en esta cuadra una ciclovía que está mal rayada, que tiene unas líneas bastante chuecas. Esa ciclovía se hizo con pintura reflectante, que la venden en cualquier ferretería. Es ilegal, sí, pero debe ser que la policía no pasó ni una sola vez durante el par de horas que puede tomar hacer una ciclovía como esa. Y es Chacao, es Los Palos Grandes, que se supone es la parte más segura de la ciudad. Como esa se pueden hacer otras ciclovías en la ciudad. De una idea sencilla que se puede elaborar con un stencils se pueden compartir las ideas con una audiencia e invitarla a que ellos mismos se hagan protagonistas de estos cambios.

Y no se trata de hacer ciclovías, de que la bicicleta sea protagonista. Se trata de que tenemos las herramientas para hacer cambios con nuestra ciudad. Por favor, dense un momento para reflexionar sobre eso.

También quería hablarles un poco de nuestros objetivos. Uno de ellos es que queremos empezar a quitarle espacio a los carros, de una. Hay demasiados carros en esta ciudad, y como ya lo dijo Federico, no están sirviendo para nada. Representan el 20% de los viajes y son el cáncer de la ciudad. Estamos convirtiendo la ciudad en un inmenso estacionamiento y no tiene ningún sentido. Cuales van a ser nuestras próximas acciones, vamos a elaborar un rollo de etiquetas de infractores y se las vamos a pegar a los carros que decidan violar el derecho de los demás. ¿Por qué hacemos eso?, porque es necesario y alguien tiene que empezar a hacerlo, porque los cambios tienen que comenzar desde abajo, somos nosotros mismos quienes debemos organizarnos. Les invito a que tomen un objetivo, cualquier aspecto, y no tiene que ser bicicletas, de la vida urbana que ustedes crean que está mal. Agrúpense y aprendan a usar las herramientas, están allí, podemos forjar un cambio.

Quería decir que hace dos semanas hicimos la petición en Pdvsa La Estancia de poner un espacio con estacionamiento para bicicletas, con las firmas que recogimos en la primera tertulia. Nos recibieron muy amablemente y nos dijeron que en 15 días hábiles nos daban una respuesta, sino nos la dan seguiremos presionando, iremos con más gente pero es algo que tenemos todo nuestro derecho a solicitar y mucho más si se están haciendo remodelaciones en gran escala en la ciudad como el bulevar de Sabana Grande, donde debería haber espacios con estacionamiento para bicicletas a fin de propiciar el uso de ese medio de transporte. Tenemos también la petición del Parque del Este.

 

Federico

—Una buena consigna es: “Mejora el tránsito, quema tu carro”. Es curioso porque ustedes hablan de bicicletas y cuando uno ve que en ciudades como Barcelona ya hay un sistema de bicicletas, donde no es necesario tener bicicletas: bajas de tu apartamento y con una tarjetica sacas la bicicleta y la paras más allá. Eso puede ocurrir en Caracas de un día para otro porque de las iniciativas lo importante es que la gente las entienda y las quiera, si la gente no las entiende y las quiere te puedes parar de cabeza, poner calcomanías, romper vidrios y no sucede nada. La iniciativa de todo lo que se relaciona con la ciudad es el amor a la ciudad. Y en Barcelona eso ha sido un éxito, están por todos lados, te solucionan todos los problemas, tienes donde pararlas.

Cuando se ve la historia de esta ciudad te encuentras cosas que te dejan pasmado. Nosotros creemos que es como un fenómeno estático que lo que está sucediendo ahora ha sucedido siempre, que se han cometido unos ataques al espacio público de una dimensión inimaginable, por ejemplo: donde hoy día está El Tolón, si se ve un plano de 1954, era un parque. Ahora está unos de los centros comerciales más feos de Latinoamérica. Si habría que hacer un templo, una celebración al maleficio del automóvil, sería el estacionamiento del Tolón. Donde hoy día está el San Ignacio era un campo de fútbol, no porque a los curas les gustara el fútbol sino porque la zonificación obligaba a capos deportivos, educativos en ese lugar. ¿Y quienes lograron convertir el campo de futbol en centro comercial?... ¡los mejores profesores de la Facultad de Arquitectura de la UCV en ese momento! El director de estudios, que no lo voy a nombrar porque no me acuerdo y no me acuerdo porque no me quiero recordar, creó un equipo de trabajo para demostrar a través de números, cálculos,  estadísticas, que era lógico convertir el campo de fútbol en centro comercial.

Donde está el centro comercial Santa Mónica había una plaza, y el ingeniero municipal de la época, que era un hombre que yo tenía en alta estima, convirtió la plaza en un centro comercial. Y por qué lo hizo: ¿porque le dieron unos reales? Puede ser, pero creo que la razón fundamental es que le parecía lógico, era un momento en el que el espacio público era sinónimo de tugurio, de vacío. La palabra agorafobia, que es una palabra muy bella –nada menos que fobia al ágora–, la hemos sufrido. A los caraqueños nos ha costado entender la idea de vacíos como costó mucho entender la idea de quebradas. Desde los poemas de García Lorca “Y yo me la llevé al río creyendo que era mozuela, pero tenía marido”, las quebradas eran para los caraqueños el lugar de lujuria, pecado, el desecho, lo sombrío, por eso es que las quebradas hubieran creado el sistema de parques más bello del mundo. Porque el Guaire es un pobre río si lo comparas con el Sena, pero si el río Guaire lo ves como un sistema de río, quebradas y montaña, no hay Sena que se le pare al lado. Eso fue borrado —como se borra con goma— de los planos. De hecho hoy en día si ves un plano de Caracas es casi una labor arqueológica ver por donde pasan esas quebradas, pero el agua está, por eso cuando hablaba de la gran laguna en el parque La Carlota, se trata de que esa agua reaparezca para que la gente se de cuenta de que el Ávila no es sencillamente una cosa anatómica, no es solo lo que ves, es un ente fisiológico que puedes sentir, que está entregando continuamente.

Hay que tener una compresión profunda de los fenómenos históricos, que por cierto es algo que no existe: la historia urbana de Caracas no está escrita, nadie sabe cómo ocurrió, por qué ocurrió, quienes lo hicieron, como es que ha ocurrido que llegamos a donde estamos. Es importantísimo entender la historia de los espacio públicos. Lo que ha ocurrido en la plaza de Los Palos Grandes es un fenómeno inaudito y que nunca podremos dejar de celebrar, porque es la primera vez en la historia de Caracas desde los años 50 que se crea una plaza donde no la había. Aquí se han destruido, eliminado y remodelado plazas como la del centro comercial Millenium, pero crear una plaza donde había un espacio comercial es la primera vez en la historia de las plazas de Caracas. A partir de los años 50 no solamente no se hacen más plazas sino que se destruyen las que hay, y la lista es como de 20 plazas, sencillamente se eliminaron, se borraron, es decir Caracas ha luchado contra sí misma.

Hay un ejemplo de espacio público notable que es donde está hoy día el parque Vargas, esa es la primera gran propuesta de un espacio público a escala de la ciudad, que la hace Rotival: una gran avenida que iba desde el parque El Calvario hasta Los Caobos, los unía. Esa iniciativa da lugar a una serie de concursos de edificaciones en las cuales a cada arquitecto que le ha tocado actuar ha negado esa posibilidad. Primero es Villanueva. ¿Qué hace Villanueva cuando hace El Silencio?, que es una de las mejores obras urbanas, que por cierto no tuvo ninguna continuidad: ¡tapó el eje que culminaba en El Calvario, el gran edificio de El Silencio es un muro donde no hay manera de visualizar lo que está más allá! Que le da todo el sentido a la plaza O’Leary. A ese eje luego Cipriano Domínguez le hace unas torres que refuerzan la idea del eje pero pone un cuerpo bajo, donde está el CNE, que obstruye, no se puede caminar por medio de las torres y llegar de la O’Leary a Los Caobos. Luego Carlos Gómez de Llarena monta el edificio del Tribunal Supremo de Justicia. Hoy día si quieres ir del parque Los Caobos a El Calvario encuentras una serie de vallas que las han hecho los mejores arquitectos de la ciudad.

Caracas, al carecer de una historia urbana es, como diría el poeta René Char, “una herencia sin testamento”. Cada tanto tiempo hay que reelaborar el testamento, porque tú heredas pero no sabes cómo, cuándo y para quién. La historia consiste en reelaborar ese testamento para mantenerlo claro, lúcido, diáfano.

No solamente tiene que partir de lo individual, que es necesario, porque entiendo lo que dicen. Antes la cultura, la política, las iniciativas ocurrían de una manera piramidal, tenían un líder y ese líder iba pasando unas consignas, unas ideas que iban permeando hasta llegar a la masa, y lo que llegaba a la masa ya no era la idea sino el estímulo, la orden. En cambio ahora las ideas se mueven horizontalmente, la transmisión de la idea no requiere de un único líder o pensador sino que todo el mundo se transforma en su propio líder, en su propio motivador, y eso es lo importante porque se ha democratizado el poder, la creatividad. Y eso es lo que da la fuerza inaudita de por qué de un día para otro Mubarak es derribado de una manera inexplicable. Hay una fuerza horizontal que puede dar respuestas inmediatas y colectivas. Antes las respuestas tenían que pasar por una serie de transiciones como un mecanismo de poder.

Al mismo tiempo todos esos movimientos tienen que estar respaldados por un conocimiento profundo de cual es la historia de esta ciudad, y eso también nos toca hacerlo un poco individualmente. Nadie va a escribir esa historia por nosotros, cada quien tiene que entender su cuota de historia para no quedarse en lo inmediato. Caracas paradójicamente tiene una historia que es fácil de entender, porque en el fondo es corta.

Ojalá estas iniciativas como las que ustedes plantean estén ligadas con otro tipo de actividades, que no necesariamente a la acción, pero sí tienen que estar ligadas al pensamiento. 

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